Llegué como fotógrafo sustituto a su boda, pues el suyo había tenido un imprevisto. Los conocí apenas cinco minutos antes de la ceremonia, y desde ese instante supe que tendríamos que improvisar al máximo.

Al salir de la Mairie de Niza, Eva y Rubén estaban inquietos, curiosos por saber qué resultado nacería de aquella espontaneidad. No hubo tiempo para la reflexión: los invitados esperaban mis indicaciones, las miradas se cruzaban, y el aire se llenaba de emoción. Los tomé de la mano y los guié hacia la Promenade des Anglais.

Mientras caminábamos, empecé a conversar y a bromear con ellos. Poco a poco, vi cómo en sus ojos se encendía la confianza, cómo la tensión se disolvía en sonrisas sinceras. Debo confesarlo: sabían posar. Tenían una elegancia natural, una belleza que no solo se veía, sino que se sentía. Se unieron nuestros talentos, y el resultado fueron algunas de las fotografías más hermosas que he tomado.

Al final, y movido por la alegría de ese encuentro tan inesperado, les invité su primera copa de champán en un encantador restaurante de la Cours Saleya. Gracias, Eva y Rubén, por este shooting que quedará para siempre en mi memoria. Sartou